CAMBIHENARES
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11-01-17

El turismo es una de las actividades económicas más importantes del mundo. Aporta más del 10% del PBI mundial y genera alrededor de 115 millones de empleos directos.

La economía mundial se encamina hacia un modelo bajo en emisiones de efecto invernadero a tenor del acuerdo alcanzado en la última Cumbre del Clima celebrada en París. Los 195 países participantes se han comprometido a evitar que la temperatura aumente más de dos grados a final de siglo. Y el reto es importante, teniendo en cuenta el aumento de la población previsto y de los turistas, con registros de más de 1.100 millones de desplazamientos internacionales.

También la Cumbre Mundial del Turismo Sostenible TS+20, celebrada en Vitoria-Gasteiz convocada por la Comisión Europea y la Organización Mundial de Turismo (OMT), entre otras entidades, concluyó con un compromiso del turismo frente al cambio climático. Éste supone un riesgo creciente para dicha actividad, por la transformación del entorno natural y la alteración de los patrones meteorológicos y las temporadas turísticas, según ha advertido dicha institución. Pero, al mismo tiempo, esta industria está considerada como una de las más contaminantes -se le atribuyen el 5% de las emisiones de CO₂-, especialmente en el ámbito del transporte. 

Pero el modelo turístico existente en la actualidad, particularmente el de costa, guiado por el deseo de sacar el mejor partido a unas favorables condiciones climáticas y regionales, se perfila como una de las regiones turísticas más vulnerables al cambio climático debido al aumento del nivel medio del mar, a la disminución de recursos hídricos, las lluvias torrenciales y la propagación de enfermedades tropicales.  

Lo cierto es que se pueden tomar medidas en algunas localidades, pero en otras no, porque en la actualidad existen playas que ya están localizadas muy cerca del perfil habitado de costa. En el otro lado de la balanza se situaría el turismo asociado con entornos naturales, el cual muy probablemente tendrá que reinventarse debido al creciente aumento de las temperaturas medias en todo el planeta, incompatible seguramente para la supervivencia de determinadas especies arbustivas y arbóreas. 

El sector turístico representa más del 12% del PIB español.

El impacto en la economía española es más que notorio. 

Hemos de tener en cuenta que los turistas son el activo que mayor capacidad de adaptación tienen, pues está relativamente en su poder no viajar a aquellos destinos afectados por el cambio climático o programar su viaje para otro momento a fin de evitar la probabilidad de condiciones climatológicas adversas.

Quienes menos capacidad de adaptación tienen son las comunidades urbanas de los destinos y los operadores turísticos del lugar que hayan hecho grandes inversiones en bienes inmobiliarios (hoteles, complejos turísticos, puertos deportivos o casinos), sin olvidarnos de los propietarios de segundas residencias destinadas eminentemente al alquiler vacacional. 

Cerca del 5% de emisiones de CO2 en todo el mundo son generadas por el sector turístico.  

El informe ““Cambio Climático y Turismo”, del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización Mundial de Turismo (OMT), proyecta que, en caso de que todo siguiese como hasta ahora –y considerando la previsión de la OMT de un crecimiento anual promedio de las llegadas de turistas internacionales del 4% hasta el 2020–,las emisiones de CO₂ generadas por el sector turístico a escala mundial podrían haber crecido un 152% para el 2035.

Además, se está revelando la influencia añadida del metano (CH4) como agente contribuyente al cambio climático, factor que, al parecer, no ha sido tenido en cuenta en las estimaciones oficiales de calentamiento global. 

Sea como fuere, es innegable la necesidad de desarrollar contramedidas frente al reto que el cambio climático nos impone, en países como España cuya economía depende en buena medida del sector turístico, ya que toda espera puede llevar no solo al colapso económico del sector, sino a un problema de supervivencia en países que han hecho de los servicios su principal herramienta competitiva. 

El empleo vinculado al turismo alcanzó en 2016 más de 2,5 millones de puestos de trabajo, cifra que representa cerca de un 15% del total de los empleos de la economía española.

El tiempo, en este caso, es un factor que corre en contra de nuestros intereses turísticos. Todo proyecto turístico ya en funcionamiento ya planificado, tendría que invertir en medidas de protección frente a las consecuencias previstas del probado calentamiento global.


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