La banca europea ante su encrucijada digital
La era digital provoca que la banca europea apueste por los despidos masivos para “no morir”, recortando más de 20.000 puestos de trabajo.
Imaginación desbordante para crear sofisticados productos financieros, receta de la abuela para incrementar la rentabilidad en un entorno regulador más estricto, bajos tipos de interés y alta competitividad. Los bancos europeos se disponen a un recorte inmediato de más de 20.000 puestos de trabajo, persiguiendo el cambio de modelo de negocio rentable y competitivo que sugiere el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, para quien en Europa hay demasiados bancos y el escenario abierto por la crisis financiera obliga a cambiar las reglas de juego. Y a liberar alforjas.
Se calcula que los principales 26 bancos europeos, con una plantilla que ronda los 2,1 millones de personas, han suprimido más de 150.000 puestos de trabajo desde 2008 sin que por ello dejara de supurar la herida. El banco alemán Commerzbank, el segundo más importante del país y parcialmente nacionalizado desde 2009, cuando el Estado le inyectó unos 10.000 millones de euros para que pudiera hacer frente a la crisis financiera y consumar el proceso de compra del deficitario Dresdner Bank, anunció con la llegada del otoño la supresión de 9.600 puestos de trabajo, uno de cada cinco. El plan de restructuración le costará 1.100 millones de euros, por lo que no repartirá dividendos por 2016.«Los recortes son dolorosos pero necesarios para el futuro, pues Commerzbank es un banco estable pero rentable», ha explicado su presidente, Martin Zielke y ha añadido que la reducción de costos impulsará la transformación iniciada por el banco.
Commerzbank digitalizará el 80% de sus actividades y operará en dos segmentos diferenciados: la banca privada y las pequeñas empresas, por un lado, las empresas mediadas, grandes y la banca de inversión, por el otro. Por las mismas razones de «racionalización y eficacia» el holandés ING, con 52.000 empleados y presente en 40 países, ha anunciado esta semana el recorte de 7.000 empleos en cinco años. En Holanda desaparecerán 2.300 puestos, lo que equivale al 15% de la plantilla en ese país. En Bélgica, la medida afectará a 3.500 personas, el 40% de su fuerza laboral. El tijeretazo restante se hará en Luxemburgo.«En los últimos años se ha invertido mucho y con éxito en la renovación digital de nuestros servicios», ha afirmado el director ejecutivo de ING, Ralph Hamers, al explicar una decisión que causó una «tremenda y amarga sorpresa» a los sindicatos y «alegría» a los accionistas, pues «hemos logrado más de tres millones de nuevos clientes y concedido créditos por valor de 56.000 millones de euros».
ING, que recibió 10.000 millones de euros en ayudas públicas tras la crisis de 2008, espera ahorrarse vía regulación de empleo unos 900 millones al año, que invertirá en tecnología digital y mejorar su posición frente a sus competidores, que ya han recurrido a la vieja receta de incrementar el margen de beneficio reduciendo costos en personal. Rabobank suprimirá 10.000 puestos de trabajo de aquí al 2020 y ABN, 1.375.
La automatización y la era digital se convierten así en un rodillo de destrucción de empleo.
Para el consumidor, las mismas comisiones por menos servicios en ventanilla, menos sucursales, mas banca online. Para Draghi, formado en la escuela anglosajona, un cambio de modelo de negocio que incentiva la economía: que haga primar el crédito y no el ahorro. Y ahí está el origen de las críticas que se hacen desde Alemania, con más de 4.000 pequeñas entidades y cajas de ahorro, a la política monetaria del BCE. La fusión in extremis de dos entidades germanas centradas en ahorradores a los que ya no pueden pagar por sus ahorros, DZ Bank y WGZ Bank, se traducirá en 700 puestos de trabajo a tiempo completo menos de aquí al 2019. Se calcula que el valor de las empresas financieras se redujo en 280 millones de euros en lo que va de año, situándose por debajo del 11% del índice Stoxx Europe 600.
Las caídas de algunos grandes bancos son sangrantes, entre ellos Deutsche Bank, con un plan de reestructuración en marcha que prevé, igualmente, un recorte de 9.000 puestos de trabajo, 4.000 de ellos en Alemania. Eso equivale al 9% de su plantilla en el mundo. Suma y sigue también en Italia. Los sindicatos allí calculan que en los próximos cuatro años el sector bancario destruirá unos 16.000 puestos de trabajo, 5.700 sólo Unicredit. Esa cifra se sumará a los 12.000 puestos de trabajo ya suprimidos desde 2013 en un sector animado por Draghi a reestructurarse. Entre 2009 y 2016 se han cerrado en Italia 3.972 sucursales, un millar de ellas en los primeros nueves meses de este año, según el presidente de la Asociación de Bancos Italianos (ABI), Antonio Patuelli. La cifra no incluye a los cinco grandes bancos italianos bajo supervisión del BCE y que en total han bajado la persiana en 4.497 filiales.
En España, los expertos calculan que pueden desaparecer otras 5.500 oficinas y situar el número de sucursales en unas 25.500 en un lustro, cifra similar a la que había en España en septiembre de 1980, mientras el BBVA augura el cierre masivo de oficinas a medio y largo plazo.
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