El precio de la libertad, es la vida
La “Libertad”, es un derecho humano básico y fundamental que “permite a las personas elegir de manera RESPONSABLE su propia forma de actuar dentro de una sociedad”. Pero también es la capacidad que todos tenemos para actuar según nuestros propios criterios, valores, razón y voluntad.
A propósito del Coronavirus, TODOS hemos tenido que aceptar nuevas normas que limitan nuestra libertad, como la restricción de movimiento, la forma de caminar por la calle, o qué trabajos podemos o no podemos hacer.
Y ahora que nos hemos colocado en el primer peldaño de subida por la escalera, cada uno de nosotros debemos decidir cómo escalamos hacia arriba, y tener cuidado no sea que subamos pisando y atropellando a los que van poco a poco. Convendría tener en cuenta las palabras que escribió Gabriel García Márquez cuando dijo:
“Un hombre solo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse”. Algunos consideran que el precio de la libertad responsable, es el aburrimiento y la soledad.
Pero: ¿”Existe libertad individual si no respetamos la libertad social o civil”?. No hay mayor expresión de la libertad que la tolerancia y el respeto hacia las minorías más vulnerables.
La separación entre la responsabilidad de cada uno de nosotros y la que le corresponde marcar a la sociedad en su conjunto, también es una herramienta lícita que las autoridades han usado y pueden volver a usar si no somos capaces de emplear nuestra conciencia en pro del bienestar común.
Thomas Jefferson defendía la idea de que “el precio de la Libertad es la eterna vigilancia”.
Ser conocedores de los acontecimientos de nuestro entorno, nos permite formular una opinión de peso que nos lleva a la libertad en toda su extensión. La influencia a la que estamos sometidos en la manera de vivir el ocio y los acontecimientos festivos, pasa por las aglomeraciones, la afluencia multitudinaria a espectáculos, las reuniones y las celebraciones con muchas personas. Y en estos momentos esas actuaciones son incompatibles con no perjudicar la salud de un porcentaje muy alto de la población.
No podemos permitirnos vivir ajenos al peligro de salud que nos acecha con el Coronavirus. Y si no somos conscientes de esta realidad podríamos volver a perder de golpe lo que hemos conseguido después del confinamiento.
Alguien dijo “La Libertad no es un refugio. Es intemperie”.
Si queremos conservarla, en estos momentos debemos estar vigilantes de aquellos individuos descuidados e incautos que no la valoran lo suficiente, porque la ponen en riesgo por un rato de fiesta sin las debidas precauciones.
Vivimos tiempos convulsos, que nos están arrebatando parte de la libertad que teníamos, porque, desgraciadamente, esa libertad puede matar a personas a las que no les tocaba morir, y, sin saberlo, cualquiera de nosotros podemos llevar un nuevo muerto en la boca.
A los jóvenes, decirles que no importa lo que veáis que hacen otros jóvenes. Lo que hagas tú, puede hacer mucho daño a otras personas que no te han hecho nada. Y puedes evitarlo. Son días de relajo y calor, y el entorno nos lleva a una dinámica de grupo difícil de manejar. Pero considera el pensamiento que dejó escrito Marco Tulio Cicerón:
“Mi conciencia tiene en mí más peso que la opinión de todo el mundo”
Es hora de defender “La libertad” a través de la VIDA de otros. No es hora del ruido, sino de escuchar el argumento. Y de quedarnos con la satisfacción de que nuestra vida “puede estar sustentada en otras muchas vidas”.
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